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De la parte Berlanga

Como funciona este blog

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El lector que llegue a este blog tiene varias alternativas para consultar las numerosas referencias a la historia, geografía, etnografía y otras muchas materias relacionadas directa o indirectamente con la soriana y castellana Tierra de Berlanga.

En la columna de la izquierda, debajo de los enlaces directos al libro "Las Cacerías de lobos" y a la prediccion del tiempo en la comarca, encontrarán una division de los artículos por temas y al final de la dicha columna los mismos artículos divididos por cronología.

En esta pagina hace ya tiempo que se cerraron las ventanas, pero nos gustaría que ustedes con su curiosidad y su afan de cultura la mantuvieran viva convirtiendola en una referencia viva de su patria chica, de sus recuerdos, vivencias o de sus sueños.

 

Seguimos activos en un sitio nuevo. Por allí nos veremos.

http://enberlanga.blogspot.com.es

De Barcones a Rello. 1957

Fragmento del libro "Por Tierras de Guadalajara y Soria. De Sigüenza a Gormaz" escrito por Fidel Vela, que nos cuenta su viaje a pie por estas tierras en el verano de 1957. El viajero sale de Barcones  y se dirige a Rello siguiendo  los caminos de herradura, hoy desdibujados, que acompañan al curso del rio Escalote. En las dos leguas cortas de trayecto, el viajero, al que acompaña un trecho el maestro de Barcones, encuentra en estas tierras altas de despejados horizontes, cuadrillas de segadores, manadas de buitres, y otros viajeros que también van a pie como él.
 
Para ir a Rello no hay carretera; hay un camino de herradura bastante aceptable. El Escalote, un hilillo de agua, acompaña a los caminantes un buen trecho. Después de atravesar a lo largo un prado verdegris, cruzan el río. A poco el camino asciende a la alta planicie y el Escalote, de juguete, se pierde en la garganta de un barranco. Donde la anchura del barranco lo permite, se ven algunos huertos de judías, patatas , berzas y remolacha. Los de Barcones denominan a este paraje la Huerta Murcia. Desde lo alto, el caminante, comprueba agradecido que todavía le es dado contemplar, aunque sea por última vez, el pueblo que deja, allá al fondo, medio confundido con el paisaje rojo y negro. Sobre Barcones flota una densa nube, dorada y brillante, que forma el polvo pajizo de las eras.

 

En "los hombros del gigante", se pierde la vista en cualquier dirección que se mire. Al otro lado del horizonte, podría aparecer el mar, el desierto o quién sabe qué. Los montes de mies puntean los rastrojos. Algunas cuadrillas de segadores, esparcidas por la llanura, trabajan sin descanso. Se ven caballerías transportando la mies, por todos los caminos, balanceándose como barcos hacia el puerto. Los caminantes se apartan si no quieren verse arrollados. Tras las mulas andan los hombres aprisa, para seguirlas. Llevan la cabeza baja y marcadas en sus rostros las duras huellas del trabajo. Ni uno solo ha pasado sin saludar cortesmente a los caminantes.
A medida que estos avanzan el campo ancho, interminable, se va quedando más solo. Ya han dejado de ver los hombres, las mulas y una espesa e inquietante soledad domina la gran llanura. A la derecha, distante, se adivina Barahona de las Brujas: confusa, imprecisa, la torre de su iglesia. Hace muchos años, cuando Ortega y Gasset llegó a Barahona, el vecindario entero perseguía un enjambre que se había escapado. "El enjambre se prende a una arista de la torre, en lo más alto del pueblo, y el último sol hace de él un espléndido e hirviente racimo de oro". Ahí queda eso. Mejor, imposible.
 A la izquierda se divisa una atalaya redonda sobre un alcor. Existieron, según el maestro, siete u ocho atalayas para comunicar Berlanga con Sigüenza, pero no han resistido el paso del tiempo más que dos o tres. Del resto, ni una piedra se conserva. El maestro y el caminante llevan una conversación fluida y animada. Han hablado ya de muchas cosas. Pero al final, el caminante opta por escuchar solamente: para eso ha salido de su casa.
 _Aquí, en Barcones, los chicos han desarrollado un gran sentido de la ironía _dice el maestro_. La heredaron de mi antecesor, que era un satírico de cuidado. Pobre del forastero que quiera dárselas. Se lo comen vivo.
 _¡Qué bárbaros!
 - El caso, que antes la gente no era así. Pero aquel hombre consiguió inculcarles su temperamento. En verdad, que si un profesor se lo propone hace de los chicos lo que le dé la gana.
 Cuatro o cinco buitres vuelan en círculo a gran altura, bajo el cielo azul cencido.
Estos quebrantahuesos o abantos _el maestro los señala con los ojos_ por esta zona son muy peligrosos. Entérese de lo me sucedió hace tan solo un par de años o tres. Venía yo de Rello con una perra que tenía, tuerta la pobrecilla y bastante vieja. Siempre iba delante de mí, como a unos treinta metros. De pronto, se presentaron seis o siete quebrantahuesos grandes,como camellos, y se tiraron sobre ella en picado, igual que los aviones de combate. La perra comenzó a chillar, enloquecida. Supuse que al primer intento ya la habían herido. Repuesto de la sorpresa, cogí algunas piedras y se las tiré para espantarlos, pero los muy putas, me hicieron cara y no pude evitar que se la comieran. A la pobre le habían sacado el ojo que le quedaba y corría de acá para allá sin rumbo, dando unos alaridos estremecedores, casi humanos.
 Hace una pausa, inclina la cabeza apenado y continúa:
 _Luego, la tiraron al suelo y la despanzurraron en un santiamén.
 El maestro no abandona todavía el tema de los buitres.
 _Algunas ovejas, se caen en los surcos profundos o de rajalomo, como les llaman por aquí, y les resulta difícil incorporarse. Si el pastor no se da cuenta, llegan los abantos y se las zampan, empezándolas por la barriga.
 Aunque sopla una ligera brisa, el sol aprieta de lo lindo. El maestro se ha desprendido del jersey y va en mangas de camisa. Los caminantes han dejado de hablar, marchan en silencio, a buen paso. El sudor les brota de las frentes. No se ve un alma en los alrededores, el campo sigue inhabitado. Algunas avenas raquíticas permanecen aún sin segar.
 Del resto, sólo quedan las rastrojeras limpias. El caminante ha invitado varias veces a su compañero a que se vuelva, pero él desea continuar un poco más.
 _Este camino no tiene pierde, mas para uno que no lo ha seguido nunca, siempre le resulta algo complicado. Dos kilómetros antes de llegar a Rello ya se divisan sus murallas.
 Media hora más tarde el maestro decide regresar.
 _ Bueno. Supongo que sabrá llegar. Todo esto adelante, sin torcerse.
 _Sí, sí. Creo que daré con el pueblo.
 _ En cualquier caso, alguien se encontrará por el camino.
 El maestro se ha parado, titubea. El caminante, que lo nota, le saca del apuro.
 _Adiós, señor maestro. Muchas gracias por todo.
 _De nada, hombre. Las gracias a usted que me ha librado de unas horas de aburrimiento.Se estrechan las manos.
 _Adiós.

 Cuando el caminante comienza a descender, vuelve la cabeza y ya no ve al maestro. Se ha quedado solo sobre la tierra y bajo el cielo. Experimenta, de súbito, una extraña, una fugaz inquietud. Y aprieta el paso. Recorridos unos kilómetros, al caminante le asalta la duda. Ha superado algunas bifurcaciones, el camino se le antoja menos nítido, menos hollado; de Rello, ni rastros. No le gustaría que le cogiera la noche por estos andurriales...

 Pero su intranquilidad se desvanece pronto. Dos hombres siegan avena a unos cien metros del camino. El caminante se acerca a preguntarles. Visten camisa azul y zahones blancos de fuerte lienzo.

 _Reyo ... Reyo ... Yo creo que es el pueblo donde ha ido nuestro amo _vacilan los segadores. Parecen andaluces o cosa así y, desde luego, el caminante infiere que están a dos velas, como él mismo. Les ofrece un trago de vino, que trasiegan con ganas, sin hacerse rogar.
 _Adiós, amigos.
 _Adió, que le vaya a usté bien.
 Sin otras palabras, se agachan de nuevo hacia la tierra pobre estos hijos de ubérrima tierra. Y el caminante sigue con la incertidumbre de antes.
 La vereda continúa descendiendo, entre trochas y quebradas, hasta desembocar en un profundo barranco. Discurre paralela al borde mismo del cauce de una sinuosa y angosta torrentera, de cuyas paredes cuelgan algunas matas de polvorientas endrinas. Ha cambiado bruscamente el color de la tierra, que es ahora blanca y gredosa, sin pizca de arena. Este barranco irrumpe a su vez en otro de mayor amplitud, por el que se desliza el Escalote con algo más de agua. En el río, el caminante se lava las manos y bebe un sorbo, esperando que sea cierto aquello de que agua corriente no mata a la gente. A la izquierda, se yerguen tres rocas blancas y encarnadas, muy próximas entre sí, esbeltas, arrogantes, algo erosionadas por la intemperie, que se diría estatuas femeninas de cuerpo entero. El caminante cruza el río y prosigue la marcha, en la esperanza de seguir el buen camino. Espesos juncos cubren el Escalote. No se ve ni un pájaro.

Poco más tarde aparece un hombre precediendo a una mula. La mula carga un serón con dos garrafas de vino.

_¿Voy bien por aquí a Rello? _pregunta el caminante.

_Si, sí. Va usted bien. En asomando a ese morro, ya verá las murallas _responde el hombre, deteniéndose. La mula aprovecha la parada imprevista para mordisquear en el suelo.

_¿Cree que encontraré posada?
_ Pues lo dificulto. Es un pueblo pequeño.
_Bueno, muchas gracias, ¡eh!
_Adiós, hombre. No hay de qué.
 El barranco se abre a un extenso valle y aparece al frente una frondosa arboleda de chopos, mimbreras y olmos. Desde Barcones, estos son los primeros árboles que ve el caminante. En todo el trayecto ha sido acompañado por vegetación rateriza: tomillo, salvia, lechetrezna, cantueso y algo de ajedrea seca y olorosa. Y por fin, al fondo, se entreluce la muralla de Rello, a través de los árboles.
 A siniestra, un camino blanco serpentea por la falda de un cerro luengo y desparramado. Entre el río y los huertos, un hombre de avanzada edad, se ensaña contra un chopo derribado, golpeándolo tenazmente con el hacha. Pese a la cercanía, los hachazos se perciben débiles, lejanos. No consiguen turbar el denso silencio del paraje. El caminante da al hombre las buenas tardes. El hombre reacciona de mala gana, sin levantar la cabeza, continuando a medias su trabajo.
_ Buenas _dice.
_¿Qué, se trabaja
 _Aquí estamos, pasando el rato.

Cien metros más allá, el caminante se desprende de la mochila y, sin más, se tumba a la sombra benefactora de los chopos. Pasado un buen rato, se desnuda de cintura para arriba y se remoja el torso en un remanso del Escalote, con lo cual, vuelve a sentirse como nuevo, alegre, limpio de polvo y sudor. Sentado en un tronco añoso, se fuma un cigarro fresco, acariciador, reconfortante y se echa al coleto un generoso trago de vino tinto. Con la mirada fija en el horizonte, le invade un dulce sopor, un lánguido bienestar _imágenes seráficas, proyectos y recuerdos luminosos_, que han estado a punto de adormecerlo un poco. Pero suena la señal de alerta que lleva dentro y se apercibe que no ha salido por los caminos para dormitar en la primera sombra placentera.

Cinco mulas en fila pasan por una senda abierta en los rastrojos. En la primera de ellas, va montado un hombre a lo mujer, que mira insistentemente al semidesnudo caminante. El viento, arriba, bufando, doblega las copas de los árboles. De vez en cuando se desploman algunas ramas secas. Frente al caminante, unos pequeños huertos sembrados de remolacha, berzas y judías, se parcelan entre sí mediante unas endebles paredes, construidas a un solo hilo, piedra sobre piedra, que nadie sabe cómo se mantienen todavía en pie. Alguna que otra zarzamora ayuda a remarcar los lindes. Los árboles frutales brillan por su ausencia.
Antes de iniciar la cuesta para subir a Rello, a mano derecha, se levanta un molino de trigo que, a juzgar por el agua del río, de molino nada. Pero tiene rosas en todas partes, abundante follaje y un árbol copudo, de grueso tronco, que invita a sentarse plácidamente bajo su patriarcal tutela. Al caminante le gustaría poseer un molino como éste, íntimo, recoleto, de más quietud que trabajo.
Al divisar Rello por entero, el caminante queda profundamente impresionado.

Castigo ejemplar

Esta breve historia bien pudiera haber acontecido en Rello (Fuentepinilla, Berlanga, Gormaz, Caracena, Fresno...) en oscura fecha de la que no quisiera acordarme:
Acababan de cantar los gallos cuando, del camaranchón que hacía las veces de cárcel concejil, salió el reo a remolque del alguacil que tiraba de la cuerda que sujetaba sus muñecas. Cada treinta pasos el pregonero iba gritando: “¡Por vender pescado podre!. ¡Por vender pescado podre!”. 

Según atravesaban las calles de la población se iban agregando gentes curiosas, aún adormiladas, que fueron formando un cortejo que no tardó en desembocar en la pradera donde se celebraba el mercado semanal. Los comerciantes, que ya estaban empezando a montar sus tenderetes, se detuvieron durante unos instantes para observar al colega al que se le iba a aplicar el castigo, tras de lo cual siguieron con sus quehaceres no sin antes balancear conmiserativamente la cabeza. 

 El grupo, encabezado por el pregonero, el alguacil y su preso, se dirigió a un extremo del prado donde ya se alzaba un pequeño tablado de donde emergía verticalmente una elevada viga de madera coronada por una argolla, de la que colgaba una gruesa cadena de hierro en uno de cuyos extremos, apoyada en el suelo, descansaba la picota, una pequeña viga horizontal perforada por tres agujeros, simulando ojos que mirasen asombrados a los que se acercaban. Llegados reo y alguacil al tabladillo, el pregonero, dando por terminado su trabajo se mezcló entre los espectadores. 
Soltole las manos el sayón al condenado y, tras despojarle de la camisa, que arrojó a un lado, procedió a manipular el cepo que, como si de una gran mandíbula se tratase, cerró de un golpe sobre el cuello y ambas muñecas del cautivo, pasando a continuación a tirar del otro extremo de la cadena, el que pasaba por la argolla mencionada, hasta ajustar una altura en la que el recluso debería, si quería gozar de un mínimo de comodidad, apoyarse sobre sus rodillas, pequeña venganza personal por no haber recibido ningún óbolo por parte del reo. 

Tras echar una ojeada al conjunto de su obra, y dirigiéndose a su víctima, dijo:”Cuatro horas, hasta dentro de cuatro horas” y sin mas diose media vuelta y se dirigió a ocuparse de sus muchas obligaciones, entre las que entraban comprobar que los diferentes vinateros llegados a la feria no bautizasen excesivamente la mercancía. 

Y allí quedó el condenado, cada vez más solo, ya que una vez pasada la novedad, la multitud comenzó a dispersarse por el mercadillo. Ahora solo le quedaba esperar que la chiquillería del lugar no fuese demasiado cruel y se limitaran a arrojarle bostas de vaca o de caballería, aunque no era raro que, en estas cuitas, también se colase algún morrillo. De momento se concentró en no perder de vista, vigilante, su camisa, que yacía en un extremo del tabladillo hecha un gurruño, mientras pensaba.”Bueno, por lo menos, a estas alturas de mayo, el sol no castigará demasiado en estas cuatro horas..."
La población de Rello cuenta con uno de los escasos ejemplos de rollo de jurisdicción señorial que es al tiempo picota. Se trata de una bombarda del siglo XVI con cinco argollas de sujeción, siendo uno de los más interesantes, y el único de metal, en España. De esta picota procede el trabalenguas que recitan los niños de las Tierras de Berlanga y Medinaceli en las escuelas y dice así El rollo de Rello es de hierro
Fuente: http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2910#ixzz2BYAdpWjt

Hemos citado arriba las picotas que quedan por Berlanga y sus contornos. Muchas desaparecieron a tenor de una ley de la Constitución de Cadiz, que ya entonces la mayor parte de los pueblos se pasó por el forro. Tenemos que hacer una referencia obligada a la que con toda seguridad hubo en Andaluz y de la que no queda ni rastro, probablemente porque al mudar la capital del Señorío a Fuentepinilla, sería desmontada o reutilizada en alguna otra obra comunal.

Respira

Os dejamos un video de la CGT para la huelga general del próximo 14 de noviembre.

Que haya una huelga general no es algo novedoso, aunque los motivos que han propiciado esta son poderosos y determinantes, pues se trata de protestar por el ahogamiento de las clases mas humildes a base de recortar el poco estado de bienestar que les va quedando.

Lo que es novedoso es que una organización sindical divulgue un video animando a secundar la huelga, y que además el video sea de calidad.

No se trata de tomar partido. Que cada cual haga lo que estime conveniente o lo que le dejen, pero el día 14 los tres o cuatro componentes de este blog vamos a hacer huelga.

Programa completo

24 de octubre de 2012

Comando actualidad

Esta noche, el programa de TVE, Comando actualidad, va de  repobladores en el medio rural, hablará de experiencias de gente que vuelve a los pueblos en busca de la oportunidad que se le niega en las ciudades. El título del programa es "El pueblo me da de comer" y lo ponen en la 1 a las 23.30 horas.
En la web de rtve cuelgan la emisión durante cierto tiempo para que puedan verla los que se la perdieron. 

Durante el año 2011 hubo mas de 10.000 personas que se empadronaron en pueblos, por iniciativa propia o con la ayuda de organismos como Abraza la tierra.

Entre las historias que podremos seguir, se encuentran la de un matrimonio de Barcelona que se ha instalado en Matamala para gestionar el bar municipal, y la de otra pareja que ha puesto un colmado en Tardelcuende. Según noticias frescas del Facebook, tambien va a salir algo relacionado con Arenillas. 
Gracias, por la foto.

El rollo de Rello es de hierro.


 

Fiestas de Caltojar

Finalizadas las tareas agrícolas, era el tiempo de la merecida fiesta. Antaño cada pueblo tenía sus días festivos, convirtiéndose durante ellos en protagonista de la vida comarcal,  lugar de acogida de feriantes  y rompeolas del ansia festiva del pueblo llano.
Caltojar es uno de los pocos pueblos que, en esta empobrecida Castilla ha mantenido la ubicación original de sus fiestas mayores, por lo que en estas fechas, que coinciden casi siempre con un puente festivo, son el destino de muchas gentes de la comarca de Berlanga, para pasar unas horas felices en agradable compañía.
 
Son las últimas fiestas de la temporada y hay que tomarlas como acto iniciatico de preparación del largo invierno que se avecina.

La singularidad de estas fiestas empieza la víspera del día grande con una luminaria en la plaza en la que se comparte pan con chorizo, cordialidad y hospitalidad a discreción.

El día del Pilar y el siguiente, se saca la imagen de la virgen en procesión por las calles del pueblo.  La segunda de estas procesiones se adorna con unas vistosas jotas a la virgen que harían bien en acercarse a verlas si todavía no las conocen (día 13, sábado, a las 12.30h.)
Las fotos son del (añorado) blog de Caltojar.

Hace más de cien años.

Del Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, interesante base de datos que, con otras muchas publicaciones antiguas, puede consultarse en la Hemeroteca digital, hemos sacado estos curiosos datos de Caltojar y Casillas , en 1881, 1898 y 1906

 

 

Rioseco, 20 de octubre

El próximo 20 de octubre se celebrará en Rioseco, un Foro Regional sobre la población en el medio rural.
 
Durante todo el día (sábado) habrá mesas redondas, proyecciones y conferencias, en las que participarán estudiosos, políticos, alcaldes y habitantes de nuestros pueblos, con la pretension de sensibilizar sobre el problema de la despoblación, desde una perspectiva positiva. A media mañana habrá café para todos los participantes y a mediodía comida.
 
También habrá actividades para los niños que hayan venido con los mayores. La inscripción a este interesante evento termina el 11 de octubre. El precio por persona es de 5 euros e incluye el café, comida y asistencia al foro.
Inscripciones pinchando AQUI
Más información, en ESTE enlace
Foto: Web del románico aragonés

O tempora, o mores

La foto que ilustra la presente entrada es de la década de 1920, en una animada tarde festiva en Berlanga. Los maderos y tablones de variadas medidas eran aportados por los vecinos que  construían la plaza de toros en comunal hacendera, aprovechando el trazado de la plaza mayor y las fachadas de esta para apuntalar y darles la consistencia necesaria. 
 
La celebración era por la Virgen del Rosario, patrona de la Villa junto a Santa Catalina de Alejandría, que también tuvo sus singulares festejos, ya perdidos, en torno al 25 de noviembre. 
 
Las fiestas patronales eran en aquella época y hasta la década de 1970, a primeros de octubre, cuando ya la diáspora era masiva, por lo que el Concejo decidió trasladarlas a fechas estivas.
 
Las caras de la foto, salvo alguna excepción, dan la razón a aquel clásico que dijo que "vale más un día grande que cien pequeños".
 
Camisas blancas recién lavadas y chalecos negros. Casi todos los hombres con las cabezas cubiertas, que el ábrego del otoño es muy traicionero. Las mujeres en las filas de arriba, con esos tocados de la época del Titanic. Las alpargatas blancas de esparto y algunos  típicos calzones, aunque gana el pantalón entre la juventud. Arriba a la derecha, un mozo bebe del botijo lleno del vino de la Tierra, y en la fila de abajo tres alegres espectadores (dos sin boina) juegan con unos globos.
 
 
Repasen ustedes las caras cargadas de energía positiva y miren si reconocen a alguien. Mandaremos la foto original a todo el que nos la pida.
Y hablando de energía positiva, pronto llegan las fiestas de Caltojar.
 

Desde las alturas.

No dejamos las alturas para seguir proponiendo rutas alternativas para aprovechar este final de verano o cualquier otro principio o final de cuando sea.
Dijo Edward Abbey que caminar requiere más tiempo que cualquier otra forma de locomoción, excepto reptar. En consecuencia, dilata el tiempo y prolonga la vida, que ya es de por sí demasiado corta para desperdiciarla con la velocidad… Caminar hace que el mundo sea mucho más grande y, por ello, más interesante, ya que uno tiene tiempo para observar los detalles. 

Nos acercamos a esta moderna red de atalayas vigilantes, aunque no belicosas, que son los vértices geodésicos. Algunos de ellos se han colocado en los mismos lugares donde se levantaron hace mil años aquellas otras torres vigías. Las sensaciones, una vez perdido el miedo a que venga el enemigo, son de lo más recomendables: se camina, se respira, se airea una a los cuatro vientos, se aleja uno de los paisajes habituales para verlos con otra perspectiva, se repara en la pequeñez de lo mundano y se disfruta de los límpios cielos de esta parte del mundo.
El vértice geodésico es una señal que nos indica la altura exacta de un punto sobre el nivel del mar. Están siempre en lugares altos y despejados donde la panorámica es amplia hacia todos los puntos cardinales. 
Están por todas partes. En España hay unos 11.000. Se comunican visualmente unos con otros y sirven para realizar mediciones topograficas con precisión. Suelen ser cilindros de 120 cms. de altura colocados en un pedestal de hormigón.
Por estar a la intemperie en sitios despoblados, en los años 70 se hizo una ley que los protegía del vandalismo o de las construcciones que estorbasen su función, encargando su custodia a los ayuntamientos en cuyos límites estén colocados.
En el término de Caltojar, hay 5: 
Covatilla, a 1.131 m. 
Valdeciruela: a 1.100 m. entre Caltojar y Cabreriza 
Rayuela, a 1.111 m. por el camino de Casillas a Rebollo. 
Taragudo, a 1.121 m. entre Caltojar y Velamazán. 
Lutero, en el cerro de Bordecorex, a 1.126 metros 

En el término municipal de Berlanga, otros cinco: 
Abanco, a 1.280 metros, 780 m. al poniente.
Andaluz, en lo alto del portillo, a 1.027 m. 
Cabeza Rivilla, a 1.149 m., entre Brías y Morales. 
Coborrón, en lo alto de este monte, a 1.047 metros. 
Matoneta, a 1.134 m. entre Cabreriza y Arenillas.

En Aguilera (término de Bayubas de Abajo)
Cabezo Grande, en lo alto de este pico, a 973 metros 

En el término de Bayubas de Arriba: Carralbao, a 1.007 metros 
En el término de La Riba: El Rancho, a 1.129 m. 
En el térmnino de Arenillas: El Alto de la Cabeza, a 1.159 m. 
En el término de Barcones:La Atalaya, a 1.126 

5 kms. al W de Barcones, en el término de Romanillos hay otro llamado: 
La Vara, a 1.273 m. 

3.500 m. al suroeste de Lumías, en término de Torrevicente (Retortillo), el de:
Mariota, a 1.235 m. 

Entre Rebollo y Velamazán esta el de Las Viñas, a 1.040 metros. 
Hay uno en lo alto de una almena del castillo de Gormaz, a 1.057 metros y muchos otros cercanos cómo el de Lotero, a 1.032 m., entre Torreandaluz y Valverde de los Ajos, o los dos que hay en la Sierra de Miedes a casi 1.500 metros, con resonancias del paso del Cid: Cabeza Alta y Torreplazo.
En la página del Instituto geográfico nacional hay una ficha de cada vértice, en la que explica la manera de llegar hasta ellos. Y más información en  Radioclub Henares. 

El Tiñón, a vista de grulla.

Publica nuestro amigo de Sigüenza FOTOHEXICOPTER, en su página de Facebook, estas bellas imágenes de la Torre del Tiñón, de Rello, a vista de grulla.
 
Esta atalaya musulmana, síngular tanto en su traza como en su historia, es una de las pocas de la comarca que han sido restauradas y mantiene un porte majestuoso y desafiante en estos campos solitarios, a más de mil metros de altura, oteando los horizontes de las dos provincias hermanas.
 
Esperamos ansiosos nuevas incursiones de este artefacto volador por los monumentos y paisajes de nuestra Tierra.
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Miré los muros...

Interesante reflexión de Elvira Huelves, vieja conocida de Radio 3, en el periódico CuartoPoder (05.09.2012), sobre nuestro patrimonio cultural.
Una pared entera de la torre gótica de la iglesia de San Esteban de Valdespina, en Palencia, se ha derrumbado delicadamente para no destruir el tejado de esa iglesia, de planta románica, que conserva muchas obras de arte en su interior. Con sumo cuidado, la torre, vencida por el tiempo y el abandono, ha dejado caer, piedra a piedra, todo el muro sin que ninguna persona o animal haya sufrido heridas, sin que ninguna casa vecinal haya sufrido daños, excepto un corral que alojó los escombros. Qué detalle por parte de la torre del siglo XIV. Qué pena que las autoridades correspondientes no tengan esa misma sensibilidad con ella.

A pesar de las cartas internacionales de restauración, cuyos acuerdos empezaron en la reunión de Atenas, en 1931, y a los que siguieron muchos más, el último, en Creta, 2000, el compromiso ético de la conservación arquitectónica en España parece seguir bastante relajado. Se le pueden echar las culpas a la crisis, que se ha vuelto el ogro que lo explica todo, pero la cosa es más antigua y tiene que ver con la escasa sensibilización de la sociedad española –con sus dirigentes a la cabeza, dando ejemplo- hacia las delicadas formas de civilización y cultura que construyeron los antepasados. Que en España parece importar más el aspecto físico de nuestros representantes, con sus liturgias y sus coches oficiales para no quedar como pobretones ante la rica Europa, que la dignidad de nuestros templos. Será para que no nos tomen por misorreros, yo qué sé. Quevedo sí lo sabía.



Según UNESCO, Italia tiene más monumentos que son Patrimonio de la Humanidad que España, pero aquí no estamos tan lejos de ese admirable país en número de bienes culturales. En concreto, la comunidad de Castilla y León tiene el triple de bienes en peligro que otras comunidades, como Castilla La Mancha, Aragón o Andalucía. La vieja Castilla tiene 1.800 bienes de interés cultural declarados. Si a la Iglesia –como ha dicho el ecónomo de la diócesis de Burgos, Vicente Rebollo- le queda grande el gasto que supone restaurar sus bienes, que son muchos, a lo mejor podría la Iglesia ceder esos bienes por mor de su conservación a quien sí pueda gastarse ese dinero.

Ante la pasividad y las excusas que suelen poner los administradores, la gente se las ingenia para tratar de que no llegue la sangre al río. En Fuentespreadas (Zamora) los vecinos organizaron un mercado romano para sacar el dinero con que rehabilitar un muro de su iglesia. Otros, en Ituero de Izaba (Salamanca) custodiaron en sus casas las obras de arte que peligraban por las goteras de la iglesia, hasta arreglarlas, a base de apoquinar de los bolsillos del vecindario. En Aldehuela de Periáñez (Soria) –por lo general son pueblos pequeños- subastaron arte que sus autores cedieron desinteresadamente para arreglar la instalación eléctrica y otras chapuzas que tenía pendientes su iglesia. En Tartanedo (Guadalajara) el pequeño ayuntamiento buscó la colaboración de la Universidad Politécnica de Valencia, cuyos alumnos de Conservación han restaurado el retablo barroco de la iglesia del pueblo. Y así. Pero la lista es larga y algunos monumentos están para el arrastre, con perdón por usar un término taurino. Seguro que quien lea esto tiene en mente una ermita o un monasterio en malas condiciones; en Hispania Nostra piden colaboración a la gente común y corriente –que, al final, es la que funciona- para denunciar esos casos.

 

Y aunque la susodicha asociación conserve los tintes aristocráticos, un tanto pijos, de sus orígenes, convendrán ustedes conmigo en que, si su labor es fructífera ya merece la pena colaborar sacudiéndose previamente los prejuicios, que pesan y dan la lata. Su actual presidente, Araceli Pereda, ha dicho hace poco a El Cultural que se pierde más patrimonio en tiempos de bonanza que en las guerras; y no le falta razón. Miles de ejemplos en España muestran las barrabasadas de los pueblos en los que crecían como hongos las fachadas de casas alicatadas hasta el techo con azulejos de cuarto de baño y ladrillo feo visto. Para no hablar de las restauraciones fallidas que han estropeado circos romanos y fachadas de alcázares. Sería un no parar.

Por eso es bueno conocer las asociaciones a favor del patrimonio que proliferan y funcionan de variada manera, como la ADEPA más empeñada en denunciar que en promover acciones de conservación, o bien otras más profesionales como la AEGPC. Habrá miles de pequeñas asociaciones con las que colaborar. En otros países, cuya educación ha incluido desde la infancia el amor por lo propio, la participación en este tipo de actividades está generalizada. En España, a pesar de los ejemplos antes apuntados, padecemos esa carencia, como pasa con el paisaje, según se trató en cuartopoder.es hace algún tiempo. Nos gusta volver a ello. Nos gusta este país.

Capitulaciones matrimoniales 1820

Alberto Gamarra, vecino, amigo y administrador del blog de Bordecorex, nos envía para compartir en el blog, las fotografías de un interesante documento que encontró casualmente en el Archivo Histórico Provincial de Burgos mientras realizaba una investigación de índole totalmente distinta. 

Citamos a Alberto: "Se trata de unas capitulaciones matrimoniales entre Andrés Abad, soltero, natural de la villa de Berlanga de Duero, y Narcisa de la Peña del mismo estado natural de esta ciudad (Burgos) realizadas en 1820. Andrés Abad había nacido en 1793 en Berlanga y era hijo de Andres Abad y de Josefa Ramos, naturales y vecinos de Berlanga. El dicho Andrés era soldado en el batallón de infantería del Regimiento Imperial de Alejandro, un cuerpo del ejercito con un origen muy interesante. 





Básicamente este tipo de documento notarial se ejecuta para constatar que los contrayentes no están casados, de ahí que aparezcan las declaraciones de su superior en la milicia, Leopoldo O´Donnell y en su nombre otro militar de ascendencia irlandesa, así como del párroco de Berlanga, Francisco Rubio, quienes certifican que Andrés no ha contraido matrimonio con anterioridad".  

Te paso la cita completa del documento: "AHPB, Protocolos, 7422/2, ante Inocencio Moragas, 16 de mayo de 1820, folios 113-115, Capitulaciones matrimoniales Andres Abad, Soltero natural de la villa de Berlanga de Duero y Narcisa de la Peña del mismo estado natural de esta ciudad".

Santo varón

En agosto del año 1843, al hacer unas obras en el Convento de Santo Domingo de Salamanca,  apareció una momia al levantar una losa del pavimento.
 "En el momento que circuló la voz de aquel hallazgo, un gentío inmenso acudió al citado edificio, como por ensalmo, apoderandose de las vestiduras, creyéndolo santo" 
Tuvo que actuar el alcalde para poner orden porque el gentío amenazaba con hacer desaparecer por completo aquellos restos humanos que consideraban reliquias santas. A partir de entonces se empezó en la ciudad del Tormes y en todas sus dependencias, a hablar del aparecido al que se mencionaba popularmente como "El Santo"

Tras realizar las oportunas averiguaciones, los restos exhumados resutaron ser del hermano Ignacio Brizuela Arteaga, un influyente personaje que vivió a finales del siglo XVI y principios del XVII, llegó a ser consejero de Felipe IV y Presidente de Flandes. Había nacido en Berlanga, en el obispado de Sigüenza. Tomó el hábito de dominico en 1582 en este mismo convento y llegó además de los cargos citados, a ser obispo de Segovia y arzobispo de Cambra. Murió en Madrid en 1629, a los 72 años y fue enterrado en el mismo lugar donde fue encontrado.

"Parece que consta en algunos documentos que la vida del susodicho obispo fue ejemplarísima y amigo de los pobres. Se conserva bastante bien y se espondrá por ocho días al público, vestido de obispo". Diario El expectador 25.VIII.1843.
Gil González Dávila define a nuestro personaje como liberal y largo para con los pobres y para consigo muy parco. Pensamos que de no haberse producido este suceso en el infame siglo XIX rodeado de guerras, epidemias y hambrunas, la causa de beatificación de Iñigo Brizuela habría sido más sencilla y no habría caido en el secular olvido en que se encuentra. Quizás tendríamos un santo berlangués.

Isabel Escudero

Isabel Escudero

 

Se dijeron cosas muy interesantes en aquella reunión, como que Cultura (así con mayúscula) no es más que hacer lo que ya estaba hecho, que no suceda nada imprevisto. En la Cultura se establece la noción de autoría. El anonimato es característica de lo tradicional, de lo popular. En la tradición (con minúscula) no hay futuro, no hay planes, no hay progreso, no hay retos ni etapas que cumplir.

 

Hablamos de enseñanza. ¿No es absurdo que haya planes de enseñanza? ¿que la enseñanza sea el cumplimiento de etapas, de programas hechos desde arriba por alguien que sabe todo lo que tiene que enseñarse?, ¿dónde queda sitio para la curiosidad?

Era una charla con Agustín García Calvo que se titulaba "Cultura contra tradición", y al final, una señora del público, en el turno de preguntas, contó una bonita anécdota: 
 
Dijo que una vez, por la comarca de Hervás, entró a la tienda de un cestero que se encontraba junto a su hijo, que mostraba cierto retraso mental. Mirando entre los artículos expuestos en la tienda, se fijó en dos pequeños cestos defectuosos que estaban arrinconados en un estante y le dijo al artesano que quería comprárselos. Este se negó dando el siguiente razonamiento:
Mire, señora, he tenido muchos hijos y todos andan por el mundo, y todos encontraron su forma de vida...

Todos menos este que nos acompaña y que nos da tantos buenos momentos a su madre y a mi. Yo solo puedo venderle los cestos bien acabados, los otros déjeme que los conserve.

La señora del público era Isabel Escudero, de la que esperaban escondidas muchas más emociones.

Peter Handke

Una vez hablé con Peter Handke, o si no era él, se le parecía muchísimo. Fue subiendo desde el valle a la iglesia de Carabias,  y me lo encontré a mitad de camino. Llevaba una mochila a la espalda. Hablaba algo de español con mucho acento germánico  y la conversación duró solo unos minutos. Ni él sabía quién era yo, ni yo sabía aun quien era él. 

Aprendí, años después, que la poesía es una forma de mantenernos en el lado cuerdo de la vida; pero Handke no es solo un poeta. También colaboró en el cine con Win Wenders y escribió demoledoras piezas de teatro como aquella titulada “insultos al público”.  

Cuando empecé a sentirlo familiar, me gustó su  pereza para  reconocerse en ningún uniforme, su diligencia en manifestar sus opiniones políticas más incómodas, algunas de las cuales han logrado hacerlo invisible en los media. Me gustó que una vez, huyendo del mundanal ruido, se refugiase en Soria para escribir. Me gusta que frecuente los finisterres por lo que no veo descabellado que este fin de semana me lo vuelva a encontrar volviendo del castillo de Caracena o del Cañón de Lumías.

Le diré que me gustó su “Cielo sobre Berlín”  y “El miedo del portero ante el  penalti” le pediré que me firme el “Ensayo sobre el juke-box”, lo dejaré marchar y volveré la vista para verlo caminar con su mochila a la espalda.
Dice Peter Handke que cada párrafo de buena literatura debe producir “luz”

Gervasio Manrique

 
Del Diccionario histórico de la antropología española. Carmen Ortiz García y Luis Ángel Sánchez Gómez:

MANRIQUE HERNANDEZ, Gervasio
n. en Osona (1890), m. en Soria (1978. Folklore, geografía.
Inspector de primera enseñanza, Manrique Hernández firmó muchas de sus obras como Gervasio Manrique de Lara, en recuerdo de la Tierra de donde procedían él y su familia. Aunque publicará buena parte de sus artículos y libros despues de la Guerra Civil, la linea de trabajo de Manrique puede ser enclavada dentro del quehacer -muy abundante en la literatura etnográfica española- de aquellos escritores costumbristas que, sobre todo antes del año 36 se ocuparían de las tradiciones locales de su entorno.
Relacionado con un grupo influyente de sorianos -interesados por la historia y tradiciones de su tierra, y que frecuentemente se acercarían al folclore- Manrique de Lara edita en 1936 una obra con ciertas pretensiones, Soria, la ciudad del alto Duero. Leyendas y traciciones de su provincia. En ella resume, de forma asistemática, una variadísima información sobre las fiestas, costumbres y relatos -orales y escritos- de su tierra. Ya en 1949 publica Castilla, sus danzas y canciones, en donde revela, junto a una escritura sugerente, ya puesta de manifiesto en su libro anterior, cierta superficialidad en su aproximación a lo etnográfico. Da por buena, por ejemplo, la visión de algunos autores del 98, sobre la ausencia de cancionero vivo en la tradicion oral castellana. Algo que la recopilacion de Kurt Schindler, en tierras sorianas, unos años antes, ya había desmentido sobradamente. En 1955 se imprime un trabajito suyo sobre Vida pastoril, y en 1961 una obra de mayor ambición y exigencia, Geografía humana del Duero. En 1963 vuelve a publicar en la Revista de dialectología y tradiciones populares, un artículo en que divaga literariamente sobre algunas generalidades del folklore castellano: El casticismo de Castilla en el folklore. Mas interesante, aunque solo sea  porque este libro constituye una de las escasas exploraciones que del humor popular se han hecho en nuestro país, es su Humor castellano, cuentos populares (1974)
Entre las publiaciones de Manrique de asunto no etnográfico destacan Sanz del Rio (1935) y Fray Tomás de Berlanga, descubridor del archipiélago de Colón (1963)
Otros títulos de Don Gervasio AQUI


Manrique era suegro del cineasta Luis García Berlanga (1921-2010) y abuelo de Carlos Berlanga (1959-2002) conocido artista musical, con quien guardaba un gran parecido físico.

Dos tomates y dos destinos

Un excelente ejemplo de inteligencia y humor al servicio de la conciencia,
que demuestra que el medio rural es lo mejor que tenemos.
(Gentileza de YouTube)