Isabel Escudero
Se dijeron cosas muy interesantes en aquella reunión, como que Cultura (así con mayúscula) no es más que hacer lo que ya estaba hecho, que no suceda nada imprevisto. En la Cultura se establece la noción de autoría. El anonimato es característica de lo tradicional, de lo popular. En la tradición (con minúscula) no hay futuro, no hay planes, no hay progreso, no hay retos ni etapas que cumplir.
Hablamos de enseñanza. ¿No es absurdo que haya planes de enseñanza? ¿que la enseñanza sea el cumplimiento de etapas, de programas hechos desde arriba por alguien que sabe todo lo que tiene que enseñarse?, ¿dónde queda sitio para la curiosidad?
Era una charla con Agustín García Calvo que se titulaba "Cultura contra tradición", y al final, una señora del público, en el turno de preguntas, contó una bonita anécdota:
Dijo que una vez, por la comarca de Hervás, entró a la tienda de un cestero que se encontraba junto a su hijo, que mostraba cierto retraso mental. Mirando entre los artículos expuestos en la tienda, se fijó en dos pequeños cestos defectuosos que estaban arrinconados en un estante y le dijo al artesano que quería comprárselos. Este se negó dando el siguiente razonamiento:
Mire, señora, he tenido muchos hijos y todos andan por el mundo, y todos encontraron su forma de vida...
Todos menos este que nos acompaña y que nos da tantos buenos momentos a su madre y a mi. Yo solo puedo venderle los cestos bien acabados, los otros déjeme que los conserve.
La señora del público era Isabel Escudero, de la que esperaban escondidas muchas más emociones.
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