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De la parte Berlanga

El paraíso perdido (segunda parte)

Mientras degusto el contenido de la fiambrera de la madre del Bermejo, hay un momento en que pierdo el contacto con el mundo y parece que he llegado al paraíso terrenal. Me siento tan liviano y libre de toda preocupación que no se si achacarlo al chorizo de olla o al enclave tan singular en que me encuentro, o quizás a hallarme debajo de un nogal, que ahora recuerdo, es algo que no debe hacerse aunque no me pregunten la razón, que yo soy de Madrid.
Pese a ello, a que soy de Madrid, nunca llevo reloj y no se el tiempo que pudo durar este éxtasis. No se si conocen el cuento medieval del monje y el pajarillo. El monje sale de paseo y se adormece escuchando el canto de un pájaro. Al despertar y volver al convento se da cuenta de que han pasado trescientos años. Ninguno de los monjes que encuentra lo reconoce. Lo oi por primera vez en Armenteira pero lo cuentan en algunos monasterios mas y ahora, mientras el ruido del primer coche de la mañana en dirección a Caltojar me devolvía al presente me acordaba del cuento y de todas las oportunidades que tiene que haber en estas soledades para recrearlo a pequeña escala.
Dejo la sombra del nogal y deambulo un poco por las estancias abandonadas del molino y por las construcciones que lo acompañan. Allí debería haber un lugar para criar conejos y gallinas, otro para plantar los colmenares. Todos los edificios decrépitos no dejan adivinar su función pero me parece que aquellos seres humanos que les dieron vida tenían mucha más capacidad que nosotros los de ahora, para ser autosuficientes y no depender del exterior. En los duros inviernos, como hormiguitas tendrían casi de todo para vivir decentemente.  
Si hasta el vino dicen que lo hacían por aqui, solo tendrían que mercarse unas hojas de bacalao, una congria o unos arenques de vez en cuando, aunque este rio que susurra a mis espaldas, en épocas mas sostenibles, no andaría falto de buenas truchas.  
Sigo caminando a la orilla de la carretera por la que pasa otro coche, y van dos, en la misma dirección que antes. Esta carretera no me inspira la misma hostilidad que una de verdad con ruido y coches, como la M40 en hora punta. Aqui puedes ver la cara del que va dentro del coche y eso quieras que no, humaniza mucho una carretera.
Salgo a una zona más abierta, dejando atrás el cañón del rio. El sol ya está alto y se deja sentir. Llego al punto intermedio de mi recorrido que es un palomar con trazas de haber sido también una torre de defensa. Algunos autores dan por buena esta posibilidad ya que comunica visualmente con la de la Ojaraca, pasando por alto el handicap de estar plantada en valle de fácil acceso para el enemigo, argumentando con toda razón que no sería la primera.
En parecida ubicación estarían las de Paones, Liceras, Montejo, Nograles, Mosarejos o la más cercana de La Veruela, que debe hallarse a unos cuatro kilómetros en linea recta de donde me encuentro, al otro lado del rio, o la que hubo en el cerrillo de La Corona por la que tambien voy a pasar. Todos estos datos me los apunté anoche cuando el Bermejo me hizo un resumen del recorrido. Los datos son suyos, las distancias y la información sobre la riada. Todavía me dijo más y es que para algunos tambien el abside de la iglesia de La Riba parece haberse construido aprovechando una torre califal como todas las anteriores, que también estaría en llano.
Mientras me cruzan los dos ultimos coches que pasarán en todo el recorrido es inevitable pensar en la desigualdad entre estas tierras por las que camino y las que he dejado cuarenta leguas más al sur, la densidad de población, la industrialización, las infraestructuras, las comunicaciones, las oportunidades. Hay un abismo que se ha creado sin ningún motivo aparente y no había ninguna razón objetiva para que esta parte de mundo se fuera despoblando mientras otra, a menos de dos horas de coche, esté al borde de la saturación. No me creo eso de que cada tierra tiene lo que se merece. No puedo creerme que las escuelas se queden sin niños y tengan que cerrarlas, que no hagan carreteras, que no haya lugar para las nuevas tecnologías, que un pueblo que tenía 300 habitantes hace unas décadas, tenga ahora una décima parte, sin una desintervención nefasta de los poderes fácticos. No puedo creer que hayamos llegado a este desequilibrio tan grande entre unas tierras y otras con parecido tejido geográfico. Algo se ha debido hacer mal desde arriba. La tela de araña que debería ser España está rota por esta tierra llena de molinos abandonados, de pueblos sin niños, de escuelas cerradas...
Ya hace tiempo que se me ha acabado el agua de la cantimplora y el Bermejo olvidó decirme donde podría reponerla, asi que voy a acelerar un poco el paso para llegar cuanto antes a Caltojar, donde me espera otro amigo, al que conozco de Madrid. Tengo unos cuantos amigos que viven en Madrid y son de por aquí, muchos vecinos del sur de Soria. Algunos llevan en sus coches la pegatina del caballo de Numancia, aunque hayan nacido ya fuera de sus pueblos de origen. Va a ser dificil que vuelvan, ni ellos ni sus hijos, pero todos se sienten de aquí y a todos, y a mi, les gustaría que estos pueblos no desaparecieran, porque cuando un pueblo desaparece todos somos un poco más pobres y estamos un poco más solos.
 
Ramiro (el amigo del Bermejo)
Se acaban de cumplir diez años de la muerte de Cela, que nos dejó un montón de páginas de buena literatura de viajes a pie. A él va dedicada esta crónica y a todos los que siguen sus pasos, como este blog de Berlanga que pasito a pasito, sin prisa, nos va dejando un montón de impresiones.

5 comentarios

MANU -

La verdad es que el que tiene que daos las gracias soy yo por hacerme pasar un rato agradable rememorando los días de mi infancia que pasé por esos parajes que por aquel entonces me parecían idílicos. No sólo íbamos a pescar sino a coger te de roca trepando por esos peñascales del cañón de La Riba.
Menciono "otros molinos" en mi anterior comentario. Así es, en el tramo de río de La Riba de Escalote y Caltojar había tres molinos: el de Susierra, el Molino Blanco y La Fábrica,llamado así porque había además del molino, una pequeña central eléctrica. Estaban allí de molineros los Gárate, por eso también se la conocía como " El Molino de los Gárate".
El río por aquel entonces llevaba más agua y además de vez en cuando, cuando había tormentas bajaba muy crecido y anegaba los campos aledaños. Eran las famosas riadas que desgraciaban las cosechas de la vega.

Axinio -

Intentaban ser tan autosuficientes, que había una cantera de piedras de molino cerca del molino de la Riba

Administradora -

Gracias, Manu. Nos encarga Ramiro que te digamos que solo por un comentario como el tuyo ha merecido la pena contarnos su viaje.
Y a nosotros publicarlo. Vuelve cuando quieras y dinos donde estan los otros "molinos"

MANU -

Esos caminos que has recorrido, hace tiempo que yo tuve el placer de recorrerlos. Ese paraje estaba lleno de árboles frutales, los molinos funcionando y el río Escalote con una cantidad de truchas y cangrejos, que de no haberlo conocido, es imposible hacerse a la idea de que esto pudiera en algún tiempo haber sido así. Parece que la soledad se haya adueñado de lo que un día llegó a llamarse "La Huerta de Valparaiso". A tí, y no te conozco, te parecerá que de esto que te hablo habrá pasado un siglo...pues no tanto, quizás la mitad o algo más...ya ves... y a mi me parece que fue ayer...

mercedes -

me encanta tu blog. Todo es muy interesate de nuestro pueblo y alrededores
gracias