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De la parte Berlanga

Del árbol caido, todos hacen leña...y del templo caído, cantera

Con el permiso del Maestro Alkaest, autor de los blogs Picota y Cepo, Laberinto románico y Pájaros viajeros, reproducimos integro el artículo "Del árbol caido, todos hacen leña...y del templo caído, cantera" que trata de la delicada situación que, a día de hoy, atraviesa la valiosa ermita de la Virgen de La Calzada, en la Villa de Brías:
 
Como la etimología de su nombre indica, el lugar de Brías (Soria), fue asentamiento celtíbero. Junto a el, pasaba una calzada romana, a cuyo lado se alzó, a principios del s.XII, un templo, que recibió la advocación de Nuestra Señora de la Calzada, en el cual se veneraba la imagen románica del mismo nombre.
 
Cuando en 1690 se levantó la actual parroquial, de San Juan, sobre las ruinas de otro templo románico. La Virgen de la Calzada fue llevada a este nuevo edificio, barroco, y su antigua morada quedó rebajada a la humilde condición de ermita de la Soledad, título que le cuadraba bien por el entorno en que se halla. Pasaron siglos, de guerras, abandono y olvido, cayó su bóveda, se saqueó su piedra. Luego, el solar vacío entre sus muros, fue aprovechado como cementerio.  
Hasta que, modernamente, cuando en otros lugares los templos románicos se atosigan de tumbas que los invaden hasta deformarlos, aquí se vació el cementerio y se trasladó a lugar más apropiado. ¿Sirvió esto para restaurar el templo o prestarle algún tipo de atención? Nada de eso, quedó abandonado a su triste suerte, tan triste como la de aquellos difuntos que ya no tenían familiares que los reclamasen y por ello sus huesos quedaron allí, tan abandonados como las ruinas románicas.  
Pero no a todos les importaba tan poco este monumento, hubo algunos “interesados” que, con premeditación, nocturnidad y alevosía, aprovecharon para “rescatar” algunas columnas y un capitel, que representaba sirenas de doble cola las cuales, los simbólicos personajes, recogían con sus manos. Algún coleccionista, las estará disfrutando en su mansión.  
Quizá no les dio tiempo a más, o consideraron que los otros capiteles carecían de importancia, por eso todavía podemos contemplar alguno en esa portada que amenaza venirse abajo en el momento más inesperado. El peso del muro la ha deformado, sus dovelas han cedido, abriéndose, hasta dar la sensación de que el arco, en lugar de medio punto, es carpanel.  
El resto de los muros van cediendo al paso del tiempo y los elementos, la vegetación circundante come poco a poco el terreno, sube por las paredes y lo invade todo. Entre la espadaña y los árboles cercanos, las plantas trepadoras forman ya un túnel, tapizan la nave, se comen el ábside por dentro y por fuera.
 
Pronto ni siquiera podrán verse los magníficos capiteles del arco triunfal, con sus escenas de juglaría, sus caballeros y esa original Nuestra Señora de la Calzada. Muy pronto, las raíces de la hiedra cuartearán la piedra, la disgregarán y todo volverá al seno de la Madre Tierra, del que surgió.
 
A quien corresponda: Ponga pronto remedio a tanta ruina y desolación, mande afianzar las ruinas, como primera providencia, no consienta que un templo tan bello se pierda en el olvido. Si no lo hiciere, sea condenado a picota y cepo, hasta que la mágica Sima de Brías y la Dama encantada que mora en ella, rompan su hechizo...

Salud y fraternidad.

Texto y fotos: Alkaest, del blog "Picota y cepo"

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