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De la parte Berlanga

*Castilla y sus castillos*

            Por tierras de Sigüenza y de Berlanga de Duero, en días de agosto, alanceados por el sol, he hecho yo, Rubín de Cendoya, místico español, un viaje sentimental sobre una mula torda de altas orejas inquietas. Son las tierras que el Cid cabalgó,  son además, las tierras donde se suscitó el primer poema castellano, (...)                

          ¡Esta pobre tierra de Guadalajara y Soria, esta meseta superior de Castilla!... ¿Habrá algo más pobre en el mundo? Yo la he visitado en tiempo de recolección, cuando el anillo dorado de las eras apretaba los mínimos pueblos en un ademán alucinado de riqueza y esplendor. Y, sin embargo, la miseria, la sordidez triunfaba sobre las campiñas y sobre los rostros como un dios adusto y famélico atado por otro dios más fuerte a las entrañas de esta comarca.                    

          Pero esta tierra que hoy podría comprarse por treinta dineros, como el evangelio azeldama, ha producido un poema -el Myo Cid- que allá en el fin de los tiempos, cuando venga la liquidación del planeta, no podrá pagarse con todo el oro del mundo. (...)           

          Este es el castillo de Berlanga, de color argentino, rampante sobre una roca viva, una inmensa laja de roca caliza que desde lejos relumbra también como plata, con lo cual parece el conjunto repujado sobre un plato metálico. A sus pies están las paredes de un palacio Renacimiento, que perteneció, si no yerro, al Condestable de Castilla, y más abajo aun hay un convento de monjas con amplio huerto. Desde la torre del homenaje, a prima tarde, he pasado largos minutos viendo a las monjas jugar allá lejos, en el recato de su vergel. Corrían unas tras otras locamente, exhalando su aprisionada vitalidad de dulce serrallo, dispuesto siempre para las bodas espirituales.                            

ORTEGA Y GASSET, José.  "CASTILLA Y SUS CASTILLOS"  1942. Afrodisio Aguado, S.A. Madrid

 

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