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De la parte Berlanga

Berlanga en Madrid (3)

Berlanga en Madrid (3)

O deberíamos decir Casillas de Berlanga en Madrid, para que nadie se moleste. El caso es que ayer, viernes 26 de marzo de 2010, se inauguró en el Museo del Prado una nueva sala dedicada a la pintura medieval, la 51C, en la que siguen estando las pinturas de San Baudelio y de Maderuelo, pero con una nueva presentación que ha tratado de recrear el interior de la ermita de Casillas y colocar los frescos en su ubicación original, de manera que tras atravesar unas columnillas y la columna en forma de palmera, nos encontramos con las imagenes del oso, el elefante y el guerrero. En otro espacio se ve tambien el mosaico de las aves.

Al entrar en la estancia, un cartel explica la rocambolesca historia de las pinturas, debida a la avaricia, desidia e irresponsabilidad humanas, los museos que actualmente las acogen y la no menos triste historia de la cesion temporal de las que se ven en el Prado a cambio de transportar piedra a piedra una iglesia románica del pueblo segoviano de Fuentidueña hasta Nueva York. Se ve tambien una foto del estado actual de la ermita original y la recreación que realizó  Félix González con todas las pinturas llenas de colorido en su sitio primitivo

Los días 3 y 4 de mayo los responsables de este museo han anunciado una jornadas para explicar al publico el contenido de las nuevas salas y el nuevo tratamiento que se ha dado a las pinturas de San Baudelio.

1 comentario

Julian -

Las de Maderuelo están igual que estaban, porque en este aso se llevaron todos los frescos del abside y no tuvieron mas que reproducirlo. En el caso de ls de San Baudelio, la cosa cambia: solo hay unas pocas y en el engendro que se han inventado para cobijarlas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Hay pinturas arrinconadas dificiles de saborear desde cierta distancia. La palmera está mutilada y luce un insultante color blanco como toda la sala que ahora está´comunicada con el resto del románico. Todo amputado, todo fuera de contexto. El arte de la perplejidad. A la salida me sonrieron las Gracias de Rubens y creo que asesinaron a un turista que se atrevió a decir: "¡mira, un Greco, es inconfundible!" Ahora hay más tiendas de suvenirs en el Prado, y un par de cafeterías. Propongo que hagan una reproducción del pub Valeria en la sala 51 C y que devuelvan las pinturas a sus lugares originales de donde nunca debieron salir.