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De la parte Berlanga

Por los ausentes (II)

Por los ausentes (II)

Nuestros antepasados celtas celebraban por estas fechas la fiesta del Samain, que significa el final del buen tiempo. Se han acabado todas las cosechas y uno debe recogerse en el hogar y comenzar un trabajo interior, como el aprendizaje de la magia,  la filosofía, la astrología o la alquimia. La víspera, por la noche, el pueblo se reunía en torno a la hoguera que los druidas habían hecho frotando unos palos de roble. Las canciones alrededor del fuego conseguían exorcizar los malos genios y purificar al grupo y a la tierra para que todo se renovara con el nuevo año.

La noche del Samain, toda la comunidad volvía a congregarse junto al fuego. Al anochecer, despues de una asamblea en la que se discutían problemas de convivencia, se celebraba una fiesta hasta el amanecer, en la que se comía carne de cerdo y se bebía vino. La primera produce inmortalidad, y el segundo, el estado de trance necesario  para comprender la realidad metafísica y la comunicación con los muertos.

La fiesta todavía duraba dos días más. En las horas de luz el cuerpo se recuperaba de los excesos, asistiendo a representaciones dramáticas. Por la noche se bebía y se danzaba alrededor de la hoguera. Acabadas las fiestas todos se recogían en sus casas, ya purificados por la catarsis, dispuestos a vivir, igual que la naturaleza, hacia dentro.

Por si no era suficiente con el macdonals y las grasas saturadas, saldremos huyendo del jalogüen, nueva tradición importada con animo de lucro, y nos refugiaremos en el monte a buscar níscalos sin olvidarnos de contemplar, al pasar por un claro de los pinos, la visión del límpio cielo soriano, para tener un recuerdo emocionado de nuestros ausentes.

Si todavía no conocen Tajueco, alli tiene lugar la tradición arraigada y solemne del Cántico de Las  Animas, la noche del 1 de noviembre. Acompañadas por el toque de muertos de las campanas de la iglesia, salen tres comitivas que se van turnando en los cantos de las estrofas, a la luz de las velas que llevan protegidas con cacharros de barro de los alfares que todavía siguen activos. Al terminar la función, el sacristán reparte bollos y vino entre los asistentes que se saludan deseándose salud para celebrarla otro año.

Texto no disponible

Diccionario geografico-estadistico de España y Portugal.  Sebastián  Miñano y Tomás López de Vargas Machuca

Foto: Heraldo de Soria

3 comentarios

JK -

Al final, está claro que las mejores tradiciones son las gastronómicas: níscalos, castañas... lo que toque.
Salud, amigos

Amio Cajander -

Pues por estos pagos hicimos un buen magosto que es lo que toca.

No obstante los niños del pueblo iban disfrazados de brujitas pidiendo caramelos.

bipede-implume -

Se importam essas tradições quando nós temos outras bem mais interessantes, embora estejam a cair em desuso.
É preferível ir colher níscalos, nós dizemos míscaros, uma excelente ideia.
Bom fim de semana.
Grande abraço.